sábado, 18 de julio de 2015

Si no existieran espejos...



                                                                                                        (Foto: Rous Baltrons)

Si no existieran espejos, si no pudiera observar mi físico, sería menos cruel conmigo misma.

Porque hay que ser valiente para poder mirarse al espejo con honestidad, aceptando mi cuerpo tal como es ahora, sin querer compararlo con ningún otro. Simplemente observándolo y no deseando cambiar nada.

Es un ejercicio incómodo y raro. Pero es una gran experiencia. Porque solo con ojos amorosos, comprensivos y pacientes puedo ser capaz de agradecer cada centímetro de mi piel, cada curva, cada espacio que mi mente juzga como feo… Hay mucha literatura de pensamiento positivo, mensajes para que repita como una cacatúa que quedan grabados en mi mente… pero no en mi cuerpo. Por eso me cuesta tanto aceptarme aunque mi mente sepa qué es lo que tengo que hacer. Porque mis células llevan siglos asumiendo que nunca soy lo suficientemente bella, lo suficientemente perfecta, lo suficientemente… IRREAL.

Ya es hora de que las mujeres dejemos de compararnos unas con otras. Porque todas tenemos las mismas neuras al respecto. Por eso existe esa búsqueda de un modelo ideal, que en realidad no existe. Esa búsqueda perfecta está basada en algo muy simple: el desamor.

El desamor es una falta de amor hacia mí misma, que me lleva a no ser auténtica. Me lleva a complacer a l@s demás, a ser lo que l@s demás quieren que yo sea. Y lo hacemos a través de lo que creemos que ell@s aprecian de nosotras: nuestro físico. Pero también a través de nuestro comportamiento: ser complaciente, agradable y sumisa, no decir que no, ser incapaz de poner límites por miedo a que alguien se enfade –y deje de quererme… y me abandone…-

Son esos miedos al abandono, a que l@s demás dejen de quererme –pareja, familia, amig@s, conocidos…- lo que hace que mis inseguridades deriven en mantener una imagen con la que estoy profundamente insatisfecha, aunque hacia fuera muestre la muñequita perfecta que l@s demás quieren tener como amiga, pareja, familia o conocida.

Es hora de que las mujeres dejemos de criticarnos y de competir unas con otras. Es hora de que cada una de nosotras nos miremos con honestidad al espejo externo y también al espejo interno. Escuchar esa voz de conciencia que todas tenemos pero que está acallado por el ruido mental y por las voces de otr@s que, desde afuera, nos cuentan cómo tenemos que ser.

Una mujer fuerte que actúa desde la consciencia irá viendo cómo su vida va limpiándose: perdiendo cosas y personas superficiales y ganando relaciones que la valoran por su fortaleza interior y no por su adaptación a ser lo que otr@s quieren que sea
. Y lo más importante: se tiene a ella misma. Mujer con capacidad de cambio y de transformación continuo.

Sé realmente cómo tú quieras, sin buscar agradar a nadie. Sólo para agradarte y disfrutar de ti desde la autenticidad. Sólo así logramos compartir con l@s demás desde la sinceridad. Sólo así las mujeres nos uniremos desde la verdadera confianza y sin falsedad.

Ahora, más que nunca, tenemos la oportunidad de compartir con mujeres que realmente sienten ese hartazgo y esa llamada a escucharse, a ser como siempre han sentido ser y desde ahí poder transformar lo que tenemos a nuestro alcance. Por nosotras, por todas las mujeres y por los hombres que nos acompañan.


Ángeles


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